viernes, 19 de octubre de 2012

Manejando la complejidad, volviendo a trabajar la predicción.

Fuente: www.elleuk.com
Foto: www.elleuk.com
Continuando con los escritos compartidos por el Dr. Michael Batty a este Blog, ahora nos envía un corto editorial originalmente publicado en Environment and Planning B: Planning and Design en el que nos habla que predecir el futuro no solo se vuelve difícil entre mas lejano sea, sino que el futuro inmediato puede ser igualmente de problemático gracias a creciente complejidad de las sociedades. Como ejemplo, escribe el impacto que tuvieron los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en el comercio local. El escrito original se puede descargar en este link, y del cual Traza Digital hizo una traducción al castellano que se puede leer después del salto.


Manejando la complejidad, volviendo a trabajar la predicción.

Usted puede pensar que las consecuencias podrían ser dramáticas si se cargara con 1 millón de gentes adicionales a una relativamente compleja red de redes en una ciudad mundial que usualmente mueve aproximadamente 3 millones de gentes al día. La sobrepoblación sería común, los centros de actividad simplemente se saturarían y los efectos en cascada que se generarían se desbordarían a lo largo de varias redes de una manera que podría colapsar todo el sistema.

El resultado: estancamiento de un tipo nunca antes experimentado. Bueno no tanto. Cuando los Juegos Olímpicos fueron organizados en Atlanta en 1996, surgió una situación similar, casi. Los atletas no podía llegar a tiempo a sus eventos, los conductores transportando a visitantes y atletas no podían encontrar sus destinos, y el amontonamiento de muchos eventos en un área de la ciudad relativamente pequeña significó que había estancamientos impredecibles cuando los conductores cambiaban de modalidad de automóvil al transporte público y viceversa.


Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 no se han encontrado con tales problemas a pesar de unas terribles advertencias de comentaristas y autoridades antes de que los juegos iniciaran. De hecho, el tráfico vial ha sido 30% menor en el centro de Londres mientras que el transporte público ha sido mayor, con un aumento de hasta 35% de abordaje en los tiempos en que se llevan a cabo la mayoría de los eventos. Lo que no se anticipó fueron los impactos reales de estas series de continuas advertencias por las autoridades de transporte y el gobierno para mantener a la gente lejos del centro de Londres, y por las previsiones hechas por muchas firmas para trabajar a distancia o trabajar en ubicaciones alternas. Ahora parece ser que tales mandatos tuvieron sus efectos deseados en reducir el tráfico de manera dramática. Claro, Londres tiene un cobro por congestionamiento vial que significa que de todas maneras muy pocos carros privados penetran el área central durante los días laborales, y un 90% de aquellos que se desplazan al centro de Londres lo hace a través del transporte público. Combinado con toda la publicidad adversa sobre el tráfico, muchos comentaristas han descrito el “West End” de la ciudad en donde se concentra el comercio como un pueblo fantasma. Hay poca duda que el número de gentes, aparte de la relacionada a los eventos de los juegos, comprando o visitando las atracciones están muy por debajo de los niveles predichos.


Los juegos se vendieron como una manera de impulsar la economía de Londres y Gran Bretaña, haciendo creer a muchos comerciantes que los visitantes a los juegos harían gastos. No esperaban que muchos fueran a permanecer lejos debido a la publicidad negativa sobre congestionamientos de tráfico. Los precios muy altos de los hoteles significó que la ocupación ha estado aproximadamente un 25% por debajo de lo normal. En pocas palabras, las estimaciones de demanda para el transporte, comercio y otras atracciones para el visitante estuvieron dramáticamente excedidas respecto a lo que realmente ocurrió. Nada de esto ha sido ayudado por el hecho de que la Gran Bretaña está en recesión y que la demanda está plana y declinando a lo largo de muchas áreas de la vida social. La noción de que los juegos puedan traer un impulso a corto plazo a la economía parece que no se materializó. La situación es complicada y los datos respecto a todo el periodo de los juegos y su impacto en Londres aún no se han compilado. Pero lo que ya está claro es que las predicciones a corto plazo en casi todas las dimensiones, con excepción quizá sobre la del tráfico local, han estado dramáticamente mal.


Relato esta historia no simplemente porque es de interés sino porque contiene un mensaje respecto predecir el futuro que es cada vez más relevante para la forma en que pensamos sobre los impactos a corto plazo. Por un largo tiempo, ha habido una suposición general de que, mientras hacemos predicciones sobre horizontes de tiempo más largos, los niveles de incertidumbre aumentan debido al hecho de que más eventos impredecibles, innovaciones, desastres naturales, etc. complican y confunden la situación. En el muy corto plazo, hemos tendido a asumir que el futuro inmediato es como el pasado inmediato y que lo podemos sobrellevar con simples proyecciones de tendencias que parecen no ser complicadas por eventos inusuales y/o sorprendentes. Pero lo que esta perspectiva deja fuera es la noción de que los sistemas son complejos en gran medida porque están dominados por enlaces y redes no previstas que los enlaza de maneras diversas e inesperadas. Esto es cierto para el corto plazo como para el largo plazo y significa que no deberíamos esperar que las predicciones de corto plazo sean menos volátiles que las de largo plazo. El enganche de los sistemas entre sí para generar el tipo de complejidad que enfrentamos ha ido aumentando al volverse más conectadas las poblaciones y por la intensificación de la globalización. Parece ser que hay muchos más trayectos que conectan aparentemente diversos subsistemas y poblaciones entre sí de los que había hace 50 años.


La experiencia de los Juegos de Londres 2012 provee otra saludable lección. No podemos predecir el futuro porque esto contradeciría nuestro enraizado punto de vista de que estamos en control de nuestros propios destinos. En cualquier punto, nuestra visión de cómo creamos el futuro puede cambiar por cuestiones racionales o por otra manera. Parece ser que en Londres, por diversas razones, la población laboral local atendió las advertencias sobre congestionamiento y se mantuvo alejada. Así también lo hizo la población local que tendía a frecuentar los centros comerciales con el resultado de que ocurrieron niveles mucho más bajos de demanda para el transporte, y por lo tanto confundiendo este impulso económico de este turismo. Esta fue una reacción que fue extremadamente difícil de predecir, y definitivamente generó retroalimentaciones positivas de un tipo negativo. Por ejemplo, muchos conductores de taxis experimentando esta caída “inesperada” en la demanda simplemente tomaron sus automóviles fuera de las calles y se fueron de vacaciones, reduciendo aún más la oferta. Combinado con la caída general en la demanda, esto significó que las vialidades permanecieran vacías en el centro de Londres de una manera que parecía reminiscente a un fin de semana no laboral. El transporte subterráneo estuvo lleno porque estos fueron los métodos promocionados para llegar a los juegos, pero los carriles especiales reservados para el tráfico de los juegos fueron apenas usados, reduciendo los volúmenes de tráfico aún más debido a la dificultad para negociar con ellos.


En retrospectiva, claro está, muchos comentaristas están diciendo que todo esto debió de haber sido obvio. Ahora escuchamos que tales eventos como las Olimpiadas siempre han arruinado las ventas del comercio y siempre han reducido el tráfico desde por lo menos Atlanta en 1996. Lo que necesitamos es un marco de trabajo para poder manejar este tipo de complejidad que es simplemente la punta del iceberg comparado con otros múltiples problemas que caracterizan a los impactos de estos eventos únicos. Palfrey y Gasser (2012) argumentan que sistemas altamente interconectados necesitan ser explicados y manejados a lo largo de muchas capas–tecnológicas, de datos, humanas e institucionales, mientras que los teóricos de redes apenas han iniciado a tratar con las múltiples interrupciones entre sistemas diferentes, y mucho de este trabajo permanece teórico en su mayoría (Li et al, 2012). Esto entonces representa el reto: no sólo el volver a trabajar nuestras ideas sobre la predicción la cual es una búsqueda a largo plazo en todas las ciencias y sus aplicaciones, pero también para construir una nueva teoría de sistemas altamente interconectados que empiece a explicar los retos planteados por eventos únicos de corto plazo. Londres 2012 de ninguna manera es la excepción en este aspecto ya que aquí hay una serie de eventos de diferentes tamaños con la mayoría de ellos siendo a una escala pequeña, caracterizando el funcionamiento rutinario de las ciudades que generan efectos imprevisibles. También el tamaño es ilusorio ya que cambios a pequeña escala pueden conducir a grandes cambios. Extendiendo nuestras teorías sobre el futuro cercano para tratar con tales interrupciones de eventos extremos es una búsqueda principal para construir una ciencia de ciudades.




Referencias

Palfrey J, Gausser U, 2012 Interop: The Promise and Perils of Highly Interconnected Systems (Basic Books, New York)

Li W, Bashan A, Buldyrev S V, Stanley H E, Havlin S, 2012, "Cascading failures in interdependent lattice networks: The critical role of the lenght of dependency links" Physical Review Letters 108 228702








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